Por un sendero estrecho de vegetación tupida y olorosa voy camino a una casa que ha recorrido el mundo en miles de cámaras fotográficas. Desde su construcción por los años 50 ha sido figura en el Valle de Viñales a pesar de los descomunales mogotes y exuberantes palmas. Allí me espera la memoria de algunos pobladores.
La inspiración de Domingo Ramos Enríquez
Uno que otro perro sale a mi encuentro, ladran al extraño y olfatean profundo. Siento que me he perdido valle adentro. Sé que un simple gesto resolverá, me doy vuelta e imagino una línea entre el mirador del Hotel Los Jazmines y el sitio que busco. Anaeli intenta guiarme por teléfono y no lo consigue- espera que voy por ti- y mientras llega miro desde abajo para arriba e imagino el asombro de los que por primera vez se asoman, desde la altura, a la inspiración de Domingo Ramos Enríquez.
El pintor convirtió la variedad cromática y el atractivo del Valle de Viñales en línea temática y en enero de 1923 expuso, en La Habana, 38 lienzos que “impresionaron a la crítica de la época por la visión novedosa y exclusiva del paisaje insular”. Aquellos lienzos remitieron a sus admiradores al sitio real. Desde entonces el monumental paisaje es visitado por miles de personas de todo el mundo que lo inmortalizan en sus vivencias y fotos de viaje.
La casita de los 50
Anaeli Carrascos Hernández es parte de una de las familias que ha vivido en la “casa postal” como le llama. Varias generaciones la han ocupado desde que su papá la compró y siempre han coincidido en conservarla con el sello de los orígenes.
María Elena Hernández Serrano, la madre de “Tita” como se le conoce a Anaeli, dice que vivió aquí 22 años y que han viajado el mundo en fotos. Muchos visitantes después de divisarla desde el mirador del Hotel Los Jazmines bajan por el sendero estrecho de vegetación tupida y olorosa para conocer a la familia.

La casa ha sido pintada de varios colores a través de los años y actualmente está en reparación, es la quinta vez que se reconstruye. Luce traje típico y tiene el perfume del monte, olor que varía entre el sol y la lluvia.
La casa de la familia Carrasco “es la más fotografiada de Viñales y una de las más antiguas del Valle, está ahí desde antes de la construcción del hotel Los Jazmines en 1959”. Me lo confirma Gilberto García Vera, amigo de la familia. Con sus 67 años domina, como lo hacen los guajiros, el taburete que va y viene al ritmo de su énfasis.
La casa más antigua del Valle
Juanito Pita fue el dueño de la finca, de lo que denominan el Valle más fotografiado, y, por tanto, su casa la más antigua. Estaba en “un montecito ahí debajo de los Jazmines” me cuenta García Vera quien dice conocer la zona “piedra a piedra”. La casa dejó de existir en 1957, recuerda.
Aunque “las montañas tectónico erosivas labradas en calizas en forma de mesas y mogotes” es la rareza y la gran atracción, en el valle de Viñales varias familias hacen historia y mantienen un paisaje vivo el que parcelan con bueyes y dibujan con cultivos de estación. Son los dueños de los sombreros que parecen caminar desde la altura y los arquitectos del guano que transforma su color con el paso del tiempo.
Campesinos en la clandestinidad.
Campesinos que nacieron y crecieron en el Valle de Viñales apoyaron, desde su fundación en 1955, el movimiento 26 de Julio. Virgilio García, el padre de Gilberto fue uno de ellos. Antes del 59 “la vida era horriiiible” y me mira a los ojos para que no tenga duda. “Mi viejo tenía que vivir huyendo porque la rural- se refiere a los guardias de Batista- lo andaban buscando siempre”.
“Hay una cueva ahí- me señala- donde ellos tenían las armas escondidas para alzarse”- y por qué lo hacía- le pregunto – porque había que quitar el gobierno- me responde.
“Para el pobre no había vida, para el campesino menos, no había con qué comprar una medicina, no había nada. Nosotros nos criamos encueros con “chorcito” que nos hacía la vieja y somos doce hermanos. Mi madre va a cumplir cien años y era la que traía las municiones escondidas en los pañales desde Pinar del Río, siempre estaba paría” sonríe.
Virgilio el padre de Gilberto fue el segundo guardabosque de Viñales, el orgullo se le nota en sus claros ojos. “Primero fue mi tío Mongo y después él”, esclarece. Todo lo que se iba a hacer se hablaba con ellos. Fueron muy queridos”. El primero de agosto de 1976 murió Virgilio y nació el recuento de su historia. También se habla de muchos campesinos que dejaron la huella de sus principios por éstas tierras.

La imagen que aterriza y despega.
Y aunque la mirada alcanza un valle que parece terminar ahí, muy cerca, entre un mogote y otro, no es así, hay que caminar y cabalgar a caballo para recorrer una de las áreas más atractivas y conocidas de Cuba. Fue declarado Parque nacional en 1999 y ese mismo año Patrimonio de la Humanidad en la categoría de Paisaje Cultural
Desde la casa más fotografiada de Viñales he contado algo de cuanto hay en la memoria de sus pobladores. Regreso por otro sendero igual de estrecho e infinito. Anaeli me acompaña. Son las 6 y 15 de la tarde el sol bosteza y la luz parece posar para mí. Lograr fotos es muy fácil, el paisaje es perfecto.
El valle que fotografiamos desde arriba desaparece a mi espalda. Le aseguro que no hay lente de cámara que pueda describir la obra humana que hace sostenible tanta belleza. Me volteo y vuelvo sobre la imagen que aterriza y despega junto a los visitantes que la inmortalizan por el mundo como lo hizo Domingo Ramos Enríquez, el pintor del Valle de Viñales, con su pincel.
Tomado de: https://www.rguama.icrt.cu/
Por: Ivón Deulofeu
1 comentario en «La casa más fotografiada del Valle de Viñales y la memoria de sus pobladores»
Bellisima su descripción. Viñales es la obra prefecta e inagotable de la naturaleza cubana.