Doris Céspedes Lobo. Musicóloga.
Ochenta y cinco años interpretando nuestros ritmos tradicionales es indiscutiblemente un record, sobre todo si se trata de un colectivo de provincia que se empeña en mantener su formato original de charanga; por esa razón los Hermanos Palacio arriba a este nuevo aniversario en su ciudad natal con una obra que lo inscribe en la historia musical del territorio.
Lejos estaban algunos de sus fundadores, entre ellos Joaquín, Eustacio y Juan Palacio, de imaginar que la agrupación mantendría su vigencia por más de ocho décadas, después de haber sufrido la inestabilidad de ingresos o contrataciones en el período pre-revolucionario y la sucesión de generaciones con intereses diversos pero un mismo afán: divulgar la música popular, principalmente el danzón y sus variantes, en los más diversos escenarios de Pinar del Río y el resto del país.
Con una gran aceptación por el grupo de bailadores locales y nacionales, la década del 60 marcó una nueva etapa para la agrupación luego de incorporarse al sector profesional de la música, aspecto que garantizó su atención institucional, a pesar de las dificultades que por una u otra razón pueden haber afectado su cabal desenvolvimiento.
El formato charanga tuvo una gran aceptación en el territorio pinareño en la primera mitad del siglo pasado y aunque ya no se encuentra entre los grupos bailables del país, ha sido acogido por los Hermanos Palacio en su forma tradicional, aferrados a la flauta de cinco llaves que interpretara, hasta su fallecimiento, el decano de la música pinareña: Miguel Pérez.
La sustitución de la formación de orquesta típica, con el predominio de instrumentos de viento, condujo a la inclusión del piano y otros instrumentos de percusión que complementaron la sonoridad de las cuerdas y la flauta, manteniendo las funciones habituales para el formato.
A pesar de su apego a la tradición, no solamente en cuanto a la formación instrumental; sino por la permanencia de algunos miembros de la familia, el colectivo garantiza la renovación mediante el repertorio o la inclusión de jóvenes instrumentistas. A los danzones propios de la línea de las charangas, se suman boleros, sones, chachachá y hasta algunos géneros foráneos como el merengue, que adquieren sonoridad propia con su combinación tímbrica. Obras antológicas como Bodas de Oro de Electo Rosell, Almendra o Pare Cochero, pueden escucharse en sus actuaciones, junto a piezas compuestas por miembros actuales o fallecidos de la agrupación como: “Estoy apretando” de Aleido Camero, “Son de melao” de Osvaldo Acosta o “Que me des un beso” de Julio Guerra.
El reciente fallecimiento de su director y las actuales condiciones epidemiológicas dificultan el contacto necesario y fructífero con su público que le aprecia, pero no impiden que la agrupación se mantenga como un colectivo provincial a partir de la incorporación de músicos del municipio Consolación del Sur y otras localidades del territorio. Tal vez por ello se muestren interesados en ofrecer su arte en escenarios diversos, dentro y fuera de Pinar del Río, empeñados en contribuir a la conservación de piezas y géneros poco abordados por el repertorio popular.
Para esta orquesta octogenaria sigue constituyendo un reto la aceptación de un público en el que no falten las nuevas generaciones de oyentes y bailadores, en función de ello, tendrán que recurrir a las orquestaciones actuales y algunos cambios en cuanto a la proyección escénica, para lo cual resultará de mucha ayuda la presencia de figuras jóvenes en la nómina y la renovación del repertorio, sin renunciar a las imprescindibles versiones.
Con la certeza de una prolongada y exitosa existencia, las instituciones de la cultura en el territorio celebran este nuevo aniversario de un colectivo artístico que sin dudas, ya forma parte de la historia musical pinareña.