Nació un día como hoy 11 de septiembre de 1942 en La Habana. De formación autodidacta, a los 16 años, comenzó a trabajar en el gobierno municipal donde alcanzó el nivel de sexto grado. Como otros jóvenes interesados por la Historia, fue acogido por Emilio Roig y orientado por él en su vocación. Sin haber obtenido oficialmente más nivel escolar, y luego de una preparación, presentó exámenes de suficiencia académica en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, que le permitieron ingresar a este centro de altos estudios por Decreto Rectoral para cursar la Licenciatura en Historia en 1974 y concluyó sus estudios en 1979.
Doctor en Ciencias Históricas y Maestro en Ciencias Arqueológicas, Historiador de la Ciudad y Director del Programa de Restauración del Patrimonio de la Humanidad, se ha distinguido de manera particular por la conducción de las obras de restauración del Casco Histórico de La Habana, declarado por la Unesco en 1982 Patrimonio de la Humanidad. Director del Museo de la Ciudad y de la Oficina del Historiador, asumió importantes obras como la restauración del Palacio de los Capitanes Generales, antigua Casa de Gobierno, hoy sede del Museo de la Ciudad de La Habana. En 1981 se le confirió la responsabilidad de conducir las obras del Centro Histórico de La Habana. En 1998 fue el encargado de realizar el pregón de las Fiestas de la Mercè de Barcelona, con un discurso en el que repasó históricamente las relaciones de Barcelona y Cataluña con Cuba, reivindicando la vigencia de dichos lazos.

Eusebio Leal Spengler, personalidad trascendental de la cultura cubana y universal, como muchos lo elogiaban como el eterno enamorado de La Habana, cuya contribución a la salvaguarda del patrimonio de la capital hizo posible su declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad, Ciudad Maravilla, modelo de restauración a partir de la gestión de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Sus aportes a la memoria histórica de la nación cubana ha quedado recogido en la obra “Eusebio Leal Spengler, Biobibliografía” (1942-2006), de Araceli García-Carranza y Josefina García-Carranza, una compilación bibliográfica, descriptiva, comentada y crítica de la vida y obra del Dr. Eusebio Leal Spengler, es un soporte de gran valía para historiadores, investigadores profesores y todo el pueblo en general que le apasione la historia y el encargo social llevado a cabo por Leal.

Eusebio hombre dotado de un humanismo y una ética excepcional, caracterizado por una lealtad, honestidad y una honradez exquisita, con su capacidad autocrítica expresó:
“Yo no aspiro a nada, no aspiro ni siquiera a eso que llaman la posteridad; yo no aspiro a nada, yo solo aspiro a haber sido útil. Y le pido perdón a todos aquellos que, a lo largo de la vida, en la búsqueda necesaria de lo que creí mi verdad, pude haber ofendido; y a mis propios errores que cometí con la pasión juvenil en que todo hombre y todo pueblo busca sus propios caminos. Yo creo que al final lo encontré, y que esa luz que veo ahora, ahí, en medio de las tinieblas del ocaso, es finalmente el camino”.
… y como expresara Miguel Díaz-Canel “Celebremos su maravilloso paso por la vida, demasiado breve para quienes le quisimos por su obra y por sí mismo. Hay q seguir por sobre esas huellas, la paciente e infinita labor de salvar el patrimonio de nuestra Cuba a la que tanto amó y consagró su vida”.

Constituye su vida y obra una memoria latente, un legado de la vida y labor de un hombre que se encuentra entre los grandes oradores cubanos, provenientes del pensamiento martiano. Adorador de la belleza en todas sus manifestaciones, mereció la suerte de celebrar los 500 de la novia a la cual se consagró a perpetuidad, a partir del hecho que marcó su vida y la de la ciudad: Cuando la excavadora amenazaba con levantar los últimos adoquines de madera del tiempo colonial que quedaban en La Habana para pavimentar la zona, los trabajos fueron interrumpidos por un joven que se acostó en cruz en medio de la calle. “¡Sobre mi cadáver!”, gritaba, “¡Sobre mi cadáver!”.
Eran los inicios de la década de 1970 y aún faltaba una década para que La Habana se declarara Patrimonio de la Humanidad.
En horas de la mañana del viernes 31 de julio de 2020 falleció, sus cenizas serán conservadas y una vez controlada la epidemia de la COVID-19 y como justo reconocimiento a su imperecedera obra, nuestro pueblo pueda tributarle un merecido homenaje en el Capitolio de La Habana, emblemática instalación a cuya restauración él contribuyó en favor de la nación.

Tomado del muro de Unhic Filial Pinar del Río.
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